Autocuidado y su importancia en la crianza de los hijos

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Para poder cuidar a los demás antes debemos cuidarnos a nosotros mismos. Encontrar el tiempo para hacerlo no es fácil pero siempre podemos buscar aliados para lograrlo.

Para ser mejores padres necesitamos descansar; aunque en realidad descanso y padres parecen dos términos antagonistas. Lo son. Al menos en un entorno en el que los ritmos acelerados –sobre todo en los entornos más urbanitas–, la impaciencia, los horarios imposibles y la acumulación de cansancio se convierten en compañeros cotidianos. Compañeros que nos alejan de lo verdaderamente importante: vivir, y no sobrevivir.

Además, parece inevitable la aparición de la culpabilidad: la que llega por no llegar a ese nirvana que es el descanso y el disfrute de los hijos. Como resistencia, el autocuidado.

Autocuidado: ¿mito o realidad?

Para un desarrollo saludable a nivel físico y emocional, nuestros hijos nos necesitan. Y nos necesitan en condiciones. Por esto es necesario realizar un trabajo interior por nuestra parte y analizar de forma honesta si tenemos unas condiciones mínimas de bienestar propio para poder encargarnos de los cuidados de nuestros hijos. Solo así podremos saber si somos un buen referente para ellos y si somos modelos positivos de comunicación, resolución de conflictos y conducta.

Encajar el autocuidado en el ritmo cotidiano, sobre todo durante los primeros años de crianza, parece una verdadera utopía. O una distopía. No parece haber paz para los padres; especialmente para las madres que aún hoy, 2019, sufren la carga mental que supone la convivencia y la crianza de los hijos. Y esto choca con lo anterior, con lo de ser un modelo y un referente ejemplar. Otra vez la carga y la culpabilidad a nuestras espaldas.

Pero es necesario. Es necesario parar. Respirar. Y dedicarnos un momento en el día a reconectar con nosotros, dormir cuando las interrupciones de la noche no nos lo han permitido, comer sentados al menos una vez al día. La lista de necesidades puede ser enorme. También tan diversa como lo somos nosotros mismos. No hay dos personas iguales. ¿Qué es lo que más falta te hace para estar bien mentalmente? Ésta sería la primera pregunta que deberíamos hacernos. A continuación surge inevitablemente una nueva: ¿Qué necesitas para seguir cuidando bien a tu hijo? Elaborar una lista de deseos y necesidades urgentes –y necesidades aplazables– puede ayudarnos a la hora de encontrar cómo podemos sentirnos mejor.

Construir una red de apoyo y hacer equipo con nuestra pareja –si la tenemos– y con la familia o con los amigos ayuda a que encontremos el tiempo que necesitamos para encajar el autocuidado en el complejo camino de la crianza y la educación de los hijos. Actividades sencillas en soledad –ya sea leer un libro, tomar un té o mirar al infinito–, o simplemente compartir una charla con otras madres y padres, pueden convertirse en el mayor símbolo para nosotros del autocuidado. Una tabla de salvación. El motor que ponga en marcha la madre y el padre que deseamos ser.


En Crece Bien somos profesionales con amplia experiencia en inteligencia emocional. Si tienes alguna duda o necesitas alguna recomendación, te animamos a que contactes con nosotros, estaremos encantados de atenderte. Puedes hacerlo en el correo electrónico informacion@crecebien.es o en el teléfono 910002602.